La pastilla pequeña tiene la forma de una A.
A de agonía.
Ingerirla promete cambiar tu vida. Pero cambiar duele. Te amarrarán a una silla con un aparato en la cabeza que registra la actividad de tu cerebro y aunque no lo quieras, revivirás los momentos más dolorosos de tu existencia. Los recuerdos serán grabados por una computadora que trazará un mapa de tu cerebro: el árbol de contenidos de tu sufrimiento.
La segunda pastilla tiene la forma de una B.
B de batalla.
Al tomarla, los puntos ciegos de tu mente serán revelados. Esos escondrijos que permiten que te traiciones una y otra vez, cayendo en los mismos recuerdos y avanzando por un laberinto absurdo en el que la bestia eres tú, huyendo siempre de ti mismo. O de tu dolor. Una vez deglutida la píldora no hallarás en dónde esconderte.
La tercera pastilla tiene la forma de una C.
C de confrontación.
Teniendo los recovecos identificados, la computadora trazará un nuevo mapa de tu cabeza. Uno mucho más eficiente, sin heridas ni cicatrices. Un plano de cómo debería de ser tu mente para eliminar los vicios emocionales. Al principio será difícil, pero la aceptación llegará y con ella, el inicio de una vida sin sufrimiento.
El tratamiento experimental es ofrecido por una empresa de biotecnología farmacéutica llamada Neberdine y es la columna vertebral de la trama de Maniac, la nueva serie de Netflix, dirigida por Cary Fukunaga. Pero por más revolucionario que sea, un tratamiento no es nada sin pacientes que sean sometidos a él. Owen Milgrim (Jonah Hill) y Annie Landsberg (Emma Stone) son dos seres solitarios quebrados por lo que les ha sucedido en la vida. Deambulan con los pies pesados de tanta tristeza, como si sus zapatos se hubieran llenado del agua salada que escurren sus párpados. Cuando por azar se enteran del tratamiento se enrolan para participar en él, minimizando un hecho indiscutible: en todo experimento existe el riesgo de que las cosas no salgan bien.
Fukunaga en busca de la felicidad
Antes de Maniac, las cosas no le salieron bien a Cary Joji Fukunaga. Tres años habían pasado desde el estreno en Netflix de Beasts of No Nation, su retrato brutal de la infancia marcada por la guerra en África. El director gozaba de prestigio gracias a sus cintas Sin nombre y Jane Eyre, así como por su trabajo en la primera temporada de True Detective, que le valió un Emmy en 2014. Inquieto por naturaleza, el cineasta buscó embarcarse en un proyecto diferente. En 2015, Interview publicó una entrevista que Michael Moore le hizo. Al hablar de sus futuros proyectos, explicó:
“Tengo un musical que me gustaría llevar a escena. Hay un par de ideas para la TV que se están moviendo y también un par de dramas. Quiero hacer una gran historia épica… algo en la esfera de Napoleón, la Guerra Civil o la Primera Guerra Mundial”.
En lugar de ello, Fukunaga se involucró con una producción enorme: It (Eso), de Stephen King. Al hacer el tratamiento del guion, sin embargo, comenzó a darse cuenta de que filmar la película que tenía en mente costaría una fortuna. Propuso dividirla en dos partes, pero el estudio no accedió y él decidió abandonar el proyecto. TNT lo buscó entonces para que desarrollara The Alienist, la serie que narra la historia de un psicólogo criminal en busca de un asesino serial en el siglo XIX. La idea era replicar el éxito de True Detective y él aceptó, pero tras casi un año de trabajo tuvo que abandonar el proyecto por diferencias de opinión. Sin quererlo, Fukunaga comenzó a hacerse fama de ser difícil. En una entrevista que concedió a GQ confesó:
“Me di cuenta de que tengo una tendencia a hacer las cosas más difíciles de lo que deberían de ser… Creo que también hubo miedo de su parte, de que no podrían controlarme. Ellos pensaron que no podrían controlarme; yo habría sido un colaborador total”.
Al no tener claro su próximo proyecto, el director comenzó a sentir que el tiempo se le esfumaba de las manos justo en los años en los que debería de ser más productivo, hasta que llegó Maniac. En marzo de 2016 se anunció que Fukunaga dirigiría a Emma Stone y a Jonah Hill en los papeles protagónicos y la serie de inmediato generó una enorme expectativa.
El director comenzó a trabajar en el guion de cada uno de los episodios al lado de Patrick Somerville (The Leftovers), pero conforme avanzaba en ellos las dudas comenzaron a torturarlo. En la misma entrevista Fukunaga explicó: “Me decía a mí mismo: ‘esto no es lo suficientemente bueno’”. Lo que él quería era jugar con los diferentes mundos que existen en la mente torturada de los protagonistas. Al darse cuenta de que no lo estaba logrando tomó una decisión drástica: tres meses antes de iniciar el rodaje volvió a empezar el guion de más de la mitad de los capítulos.
“Todo el mundo estaba preocupado”, explicó. “Eso comprometió el presupuesto y los tiempos… pero fue la decisión correcta”.
Y en verdad parece que lo fue. De entrada, el cineasta logró hacer justo lo que quería: una serie diferente. Maniac nos lleva a lo más profundo de la mente humana. Un lugar que puede ser al mismo tiempo fantástico, absurdo, oscuro, agradable y aterrador. O simplemente fascinante. Como nuestros dolores, nuestros complejos y nuestros recuerdos. Como nosotros mismos.
¿Milgrim o Milgram?
Owen Milgrim es uno de los personajes protagónicos de la serie. Su apellido pareciera hacer referencia al psicólogo de la Universidad de Yale, Stanley Milgram, quien en los años 60 hizo una serie de experimentos que buscaban medir la disposición de una participante para obedecer las órdenes de autoridad, aunque estas entraran en conflicto con su conciencia personal. ¿Será la similitud del nombre una simple casualidad?